| |||||||
|
|
| |||||||
|
|
¿Cómo voy a saber que ella es la elegida?
Si lo que buscas en un matrimonio es glorificar a Dios y producir amor entre tú y tu esposa, también es una pregunta equivocada, porque el objetivo principal de la pregunta es “¿cómo voy a saber que ella es la elegida… para MÍ?
La pregunta claramente se encamina a tomar una decisión basada en el egoísmo, y coloca a una mujer en un examen, para saber si es ella o no la que se ajusta a tus necesidades, se adapta a tu personalidad y satisface tus deseos. Esta pregunta te convierte en el centro del proceso, como el consumidor en un buffet. En este escenario tú te mantienes lejos de ser examinado, o de poder ser cuestionado, e infalible ante cualquier situación, te ves como un insuperable en gustos, preferencias y juicios, como el hombre a quien ellas deben complacer.
El problema es que como hombre cristiano soltero no solamente te casarás con una pecadora, sino que también debes recordar que eres un pecador también. Desde una perspectiva consumista ninguna mujer de este planeta podrá responder alguna vez a tus especificaciones. Es mas todos esos requisitos que tienes para la que será tu esposa están tan torcidos como tu naturaleza pecaminosa.
Entonces ¿Qué es lo que debemos hacer?
Haz las preguntas correctas
Para iniciar, debemos comenzar con una pregunta diferente. En vez de preguntar si es ella la elegida, debes preguntarte a ti mismo. “¿Soy yo el tipo de hombre con el que una mujer de Dios quisiera casarse?
Si no lo eres, entonces deberías pasar menos tiempo evaluando a cada mujer a tu alrededor, y dedicar más tiempo para desarrollar el carácter de un discípulo. Debes iniciar considerando las características que un anciano debe tener en la iglesia, escritas por Pablo en 1 Timoteo 3 y Tito 1 y caminar para conseguirlo.
Entonces deberás hacer otra pregunta. “¿Qué tipo de cualidades debería buscar en una esposa para que mi matrimonio sea la imagen de la relación entre Cristo y la Iglesia?” Si no estás seguro sobre cuáles son estas características, dedica tiempo a la lectura de la biblia en Proverbios 31, Tito 2:3-5, 1 de Pedro 3:1-7 y Efesios 5: 22-33.
Una vez que hayas hecho las preguntas correctas, y una vez que hayas encontrado a una chica que sospechas que encaja en la descripción bíblica de una esposa piadosa, ahora necesitas decidir si se casan. Hombres, aunque esta es una decisión importante, no debería tomar mucho tiempo. ¿Cuánto es el tiempo considerado “largo” para un noviazgo? La biblia no provee un calendario (después de todo, durante los tiempos bíblicos los matrimonios eran arreglados) Pero sí proporciona principios que nos ayudan para tomar la decisión de casarse o romper la relación en el menor tiempo posible.
Piensa como un servidor, no como un comprador
En 1 Tesalonicenses 4:6, Pablo advierte a los cristianos de Tesalónica en contra de “aprovecharse” de sus hermanos o hermanas. El contexto más amplio en los primeros ocho versículos deja en claro que Pablo se refiere a la inmoralidad sexual, a no aprovecharse de una intimidad física mutua. Pero el texto también sugiere que hay otras maneras que puede “aprovecharse” uno del otro en una relación de noviazgo, por ejemplo al disfrutar de todos los beneficios de una larga compañía y la intimidad emocional con tus amigas sin tener que comprometerte con ninguna de ellas en la alianza del matrimonio.
Y es que con demasiada frecuencia en las relaciones de noviazgo pensamos y actuamos como compradores en lugar de los servidores, como si estuviéramos de compras en un supermercado buscando novia. Y aún así somos malos compradores. Después de todo, nadie baja de su propio auto para subirse a un auto nuevo de agencia y hacer una prueba de conducción larguísima. No te permiten llevarte el auto a tu garaje, quedártelo varias semanas, irte de vacaciones y devolverlo ya bien kilometrado y decir: “simplemente no estoy listo para comprar un auto nuevo”. Pero muy a menudo es así exactamente como los hombres tratan a las mujeres con las que están saliendo. Una “prueba de manejo sin fin” en la relación, sin considerar realmente el desgaste espiritual y emocional que están provocando, solo por mantener sus ojos siempre buscando un modelo mejor.
Las Escrituras son claras. No debemos tomar ventaja sobre una mujer de esta manera. En su lugar, como dice Pablo en Romanos 13:10 , “El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto el amor es el cumplimiento de la ley”.
Recuerda que el amor nunca es fácil
Uno de los mitos conocidos acerca del noviazgo es que si pasas tiempo buscando, si reúnes la información suficiente, encontrarás a una mujer que hará del matrimonio algo fácil. Lo cierto es que esa mujer no existe, y si existiera probablemente no se casaría contigo. Y no necesitas tanta información como crees necesitar. No importa cuánto dure el noviazgo, todos nos llegamos a casar con una persona desconocida. Eso es porque en el fondo los noviazgos son un montaje artificial en el que cada uno trata de mostrar su mejor comportamiento, pero un matrimonio es la vida real. Y solamente en el contexto real del día a día, con la vulnerabilidad y la permanencia que solo el matrimonio proporciona, aprendemos como otra persona es realmente. Algunas cosas que debemos aprender uno del otro no serán fáciles.
Pero ¿quién ha dicho que el amor y el matrimonio son fáciles?
Hombres, el punto principal del matrimonio es que aprendamos a amar a nuestras futuras esposas como Cristo amó a la iglesia. En Apocalipsis 21 y Efesios 5 se nos dice que un día, la novia de Cristo será perfectamente hermosa, sin mancha ni defecto, totalmente encantadora y adorable. Pero la iglesia aún no está allí todavía. Y primero Cristo tuvo que comprometerse con nosotros, incluso con la muerte en una cruz. Este es el modelo que estamos llamados a seguir. No es un modelo fácil, pero vale la pena vivirlo. Así que tú meta no deberá ser salir con ella el tiempo suficiente hasta que estés seguro que el matrimonio será fácil. Pero si debe ser tu meta salir juntos lo suficiente para discernir si estás dispuesto a amar sacrificadamente, y si ella está dispuesta a responder a este tipo de amor de la misma manera.
Recuerda, comprometerte con alguien no significa “llegar a un acuerdo”
¿Significa esto que debo comprometerme con la primera mujer cristiana que llegue? No, en absoluto. Debes tomar esta decisión en función de las cualidades establecidas en las escrituras para una esposa piadosa, y deberás casarte con la mujer piadosa, entregada a Dios, la más hermosa espiritualmente y que pueda convencerte que posee estas cualidades. Pero también hay que ser conscientes de que vivimos en una cultura que dice que lo mejor en la vida es mantener siempre las puertas abiertas a otras opciones, y que cualquier relación es inevitablemente inferior a lo que podrías tener mañana. Debemos rechazar ese tipo de pensamientos, como la basura mundana que es.
¿Hizo un ‘acuerdo’ Cristo con la iglesia? No, él amó a la iglesia y dio su vida como rescate por ella. ( Marcos 10:45 ).
El matrimonio es fundamentalmente un medio para glorificar y servir a Dios, no para encontrar a alguien que satisfaga nuestras necesidades y deseos, sino darnos a nosotros mismos por el bien del otro. Así que si te encuentras dudando en comprometerte con una mujer santa, piadosa y con todas las características bíblicas mencionadas, mejor hazte la siguiente pregunta: “¿Tengo razones bíblicas o solamente tengo miedo de que si me comprometo, alguien mejor aparezca y sea demasiado tarde para cambiar de opinión? Los consumidores están siempre en busca de algo mejor.
Cristo nos llama a confiar que en la búsqueda de una esposa, hemos encontrado “lo que es bueno y recibir el favor del Señor” (Proverbios 18: 22).
Cásate con una verdadera belleza cuando la encuentres
Por último, las Escrituras nos llaman a desarrollar una atracción hacia la verdadera belleza. 1 Pedro 3:3-6 nos describe a una bella esposa como una mujer que tiene un espíritu suave y tranquilo, nacida de nuevo en su fe, con su esperanza en Dios, y muestra una confiable sumisión a su esposo. ¿Es la presencia de este tipo de belleza la que te atrae con fuerza hacia tu novia? ¿O intervienen solo el romance y la química al momento de decidir?
No me malentiendas. Claro que debemos tener atracción física con la mujer que nos casemos. Esta es una forma de protección en nuestro matrimonio que sirve en contra de la inmoralidad sexual (1 Cor. 7:3-5) Pero nos metemos en problemas cuando hacemos la belleza física y “la química” un asunto importante al momento de tener una relación de noviazgo y luego un matrimonio. La belleza física en un mundo caído va decayendo y es temporal.
Es más, el mundo estrechamente define el canon de belleza como el cuerpo de una adolescente, y desprecia la maternidad y la madurez. ¿Pero en qué cuerpo pasará mas sus años tu futura esposa cuando esté contigo? Las personalidades también cambian y maduran, y lo que alguna vez pareció “química” cuando tienes 22 se podría ver como inmadurez superficial 10 años mas tarde. Incluso en el transcurso de un largo noviazgo, la atracción física y la química seguramente pasaran por altibajos. Debemos resistir la tentación de valorar el tipo equivocado de la belleza. Nadie vive en un perpetuo estado de “enamoramiento”.
Pero en el matrimonio, nuestro amor es llamado para “siempre proteger, confiar, tener esperanza, perseverar”. (1 COR 13:7) Si mundanamente la belleza física es la principal atracción hacia nuestro amor, el amor será tan fugaz como la belleza. Pero si hemos desarrollado una atracción hacia la verdadera belleza, no tenemos nada que temer. Busca un noviazgo con una cristiana dinámica, en constante crecimiento, y tendrás la promesa de Cristo comprometiéndote con ella y haciendo que ella crezca mas y mas hermosa, mas espiritualmente hermosa cada día que pasa (Rom 8:28, Phil 1:6).
Otras preguntas para considerar
Permíteme concluir con más de algunas preguntas que deberías hacerte:
Si no puedes contestar a todas estas preguntas necesitas pasar más tiempo con tu novia para conocerse mutuamente. Pero si puedes contestar a todas ellas (y otras como estas) ya sea positiva o negativamente entonces es hora de dejar de hacer pruebas de manejo en tu noviazgo y es momento de que tomes una decisión ya sea para que considerar el matrimonio o dejarle esta oportunidad a otro.
El verano pasado, cuando yo parecía una luna llena esperando a mi segundo bebé, y devoraba cubitos de hielo todo el tiempo, mientras que Natalie daba saltos mortales dentro de mi vientre, una amiga vino de visita. Me había enterado que recientemente había sufrido un aborto espontáneo, aunque no lo había escuchado de su propia boca aún. Tenía un poco de temor –como cualquiera en mi caso- acerca de qué decirle y como podría decírselo. Esperaba de alguna forma, estar allí para ella, y que mi barriga en constante expansión, no creara un abismo entre nosotras.
Mientras me dirigía al aeropuerto, me preguntaba cómo me lo diría, o si debía ser yo quien lo mencionara, y si este fuera el caso, ¿cómo hacerlo? A pesar de mi saludable embarazo, una sombra de tristeza cubrió la mayor parte de ese año -habíamos perdido a tres amigos en ocho meses, todos menores de 30 años. En la congregación de nuestra pequeña iglesia, cinco mujeres habían concebido y anunciado sus embarazos, pero sólo tres de nosotras logramos llevar el embarazo a término. La muerte estaba por todas partes, y sin embargo me encontré con la lengua atada cuando mi amiga se subió al auto junto a mí.
Después de contarme un poco de cómo estuvo su vuelo, mencionó lo del aborto espontáneo, y luego dijo algo que nunca olvidaré. Ella dijo: “Después de mi aborto espontáneo, me di cuenta que tenía que contar mi historia de la misma manera que las mujeres necesitan compartir las historias del nacimiento de sus hijos.”
A pesar de su gran necesidad por contar su historia, hubo algunas personas que no estaban dispuestas a escucharla. Y le perturbó mucho el que mucha gente que sabía sobre el aborto espontáneo, optara por no decir nada. Un incómodo silencio parece rodear a aquellos que sufren este tipo de pérdida – incluso si son lo suficientemente valientes como para ser abiertos al respecto.
En el libro The Eldest Child, (el Niño Mayor) de Maeve Brennan, ella describe a una madre luchando con la muerte de su bebé de 3 días de nacido.
Cuando su bebé murió, ella dijo que nunca se acostumbraría a ello, y lo que quería decir con eso fue que mientras viviera nunca aceptaría lo que había sucedido en el silencioso modo mecánico que los demás lo había hecho. … Se comportaban como si lo ocurrido ya hubiera terminado, como si hubiese sido un acontecimiento ordinario que había tenido un principio y un fin de manera natural. No había sido un acontecimiento ordinario, y no había llegado a su fin.
Lo que no se debe decir
En el Libro de Job del Antiguo Testamento, después de todo lo que se le quitó en un abrir y cerrar de ojos –sus hijos, sus riquezas, su salud – todos sus amigos se presentaron con palabras de consuelo, y cada uno era más inútil que el anterior, hasta que Job, finalmente dice: “¿Hasta cuándo me atormentarán, y me romperán en pedazos con palabras?” (Job 19:2)
Las parejas que sufren un aborto espontáneo, a menudo también sufren la incapacidad de sus amigos para comprender la magnitud de lo que ha sucedido. Al igual que los amigos de Job, podrían decir cosas insensibles como “un día tendrás otros hijos, o, tal vez había algo malo con el bebé.”
Estas palabras minimizan el vínculo que los padres tenían con el bebé que estaba creciendo en el vientre de su madre – un niño a quien apenas comenzaban a conocer, pero a quien ya habían llegado a amar profundamente. En una carta a un amigo tras la muerte de su madre, Phillip Brooks escribió, “La gente nos trae consolación bien intencionada pero al mismo tiempo miserable cuando nos dicen que el tiempo ayudará a curar nuestro dolor. No queremos perder nuestro dolor, porque éste está ligado a nuestro amor. ”
Preguntas sin respuesta
Después de un aborto espontáneo, las parejas enfrentan una batalla contra preguntas que no tienen respuesta. ¿Por qué Dios les permitió concebir para permitir después que el bebé muera? ¿Para qué sirve tener esperanza, cuando la vida es tan frágil? o ¿Qué hice mal?
Todas estas preguntas, la culpa y la acusación, y los sentimientos de traición divina que podrían estar relacionados con un aborto espontáneo, no hacen sino resaltar lo “incorrecto” de lo que ha sucedido. No hay respuestas a estas preguntas, porque nosotros no fuimos creados para la muerte, la enfermedad o el pecado. No importa cuántas veces nos enfrentamos con estas cosas en la tierra, alguna santa obstinación en nosotros se aferra a la memoria del Edén. Un amigo judío me dijo recientemente que en su tradición, no hay rezos por la muerte de un niño, porque este tipo de cosas no se supone que sucedan.
Maeve Brennan describe a esta afligida madre, luchando con los que le dicen que la muerte fue la voluntad de Dios:
Cuando ella hablaba, por cualquier lapso de tiempo, siempre la callaban diciéndole que era la voluntad de Dios. Ella había aceptado la voluntad de Dios toda su vida, sin cuestionarlo, y no lo questionaba ahora, pero sabía que lo que había sucedido no había terminado y estaba segura de que no era la voluntad de Dios que ella quedara sumida en ese desconcierto…. Todo lo que ella quería hacer era decir lo que sentía, pero le mencionaban la voluntad de Dios como si trataran de cerrar una puerta entre ella y algún territorio que le estaba prohibido.
Dándole un nombre al bebé
La amiga que mencioné al principio de artículo encontró la sanación mientras encaraba los detalles concretos de su pérdida. Ella y su marido pidieron que se les permitiera llevar a su bebito a casa desde el hospital, le dieron un nombre al bebé, fabricaron un ataúd para él, y como una familia, lo enterraron en un monasterio. Sus otras dos niñas pequeñas, ayudaron a rociar tierra sobre el ataúd, y quizás por esto, ellas perciben de una manera muy real que tienen un hermanito en el cielo a quien algún día volverán a ver.
Incluso si una pareja no puede identificar exactamente cuando se produjo un aborto espontáneo, lo cual hace imposible un entierro, el hecho de darle un nombre al bebé, es una forma muy poderosa de manifestar la realidad de la existencia de ese niño. Dar un nombre es algo sagrado, -fue la primera tarea que Dios le confió a Adán – y la primera oportunidad de Adán para ser como Dios. He oído que hay una leyenda esquimal que dice que un bebé recién nacido llora porque aún no se le ha dado un nombre. Todos adolecemos por ser reconocidos, por llegar a ser quienes estábamos destinados a ser, y un nombre puede ser nuestra primera guía a lo largo del camino.
Darle un nombre al bebé no nacido, no sólo hace que la pérdida sea más concreta -también permite a los padres vincularse con sus hijos, reclamarlos y prepararse para volver a reunirse con ellos, incluso cuando los ofrecen de vuelta al Dador de la vida.
Maeve Brennan concluye su pasaje acerca de la afligida madre de esta manera:
Estaba mucho más tranquila de lo que había estado y ya no sentía temor de olvidarse de lo que todo esto había provocado, y mientras dormía estuvo aún más segura de ello. Él estaba haciendo un largo viaje, aún así, ella podría verlo. Ella era su madre y por ahora éso era todo lo que podía hacer por él… ella era débil, y el mundo muy inestable, pero la luz de días pasados brilló de forma constante y trajo la verdad a luz. Ella ya no se sentía desconcertada, y la próxima vez que Martin vino a visitarla hasta su alcoba, ella le sonrió y pudo hablarle con tranquilidad.
Primero, le hizo señas a su hijo menor (quizás de seis años) mientras dejaba caer sus maletas. Se dieron un largo y conmovedor abrazo. Al separarse lo suficiente para verse los rostros, oí al padre decir: “¡Qué bueno es verte, hijo. Te extrañé tanto!” Su hijo sonrió de manera algo tímida, esquivó la mirada y contestó suavemente: “¡Yo también, Papá!”
Entonces el hombre se paró, mirando a su hijo mayor (quizás de 9) y mientras abrazaba el rostro de su hijo con sus manos dijo: “Ya eres un hombrecito. ¡Te amo mucho, Zach!” Ellos también se abrazaron fuertemente. Su hijo no dijo nada. No hacía falta una respuesta.
Mientras esto pasaba, una bebé (quizás de año y medio) se revolvía entusiasmada en los brazos de su madre, sin quitar por un momento sus ojitos de la maravillosa escena de su padre que regresaba. El hombre dijo: “¡Hola, nenita!” mientras tomaba suavemente a la niña de los brazos de su madre. Rápidamente besó su rostro una y otra vez y la abrazó contra su pecho mientras la mecía de un lado para el otro.
La nenita se relajó instantáneamente y simplemente dejó caer su cabeza sobre su hombro y se quedó quieta de puro gozo.
Tras varios momentos, le pasó a su hija a su hijo mayor y declarò: “¡He reservado lo mejor para lo último!” y procedió a darle a su esposa el más largo y apasionado beso que recuerdo haber visto. Él la miró a sus ojos por varios segundos y entonces dijo suavemente: “¡Te quiero tanto!” Se miraron a los ojos mutuamente, sonriéndose el uno al otro mientras se tomaban de las manos. Por un instante, me parecieron recién casados pero sabía por la edad de sus hijos que no podían serlo.
Me maravillé por un momento y entonces me di cuenta cuán totalmente estaba absorto en el hermoso despliegue de amor incondicional a una distancia no mayor de un brazo extendido de mí. De repente, me sentí incómodo, como si estuviese invadiendo algo sagrado, pero me sorprendí al escuchar mi propia voz preguntar nerviosamente: “¡Wow! ¿Qué tiempo tienen de casados?”
“Hemos estado juntos catorce años por todo y casados los últimos doce”, contestó sin quitar la mirada del rostro de su encantadora esposa.
“Bueno, entonces, ¿por cuánto tiempo han estado separados?” pregunté. El hombre finalmente me miró, todavía manteniendo su jovial sonrisa y me dijo: “¡Dos días completos!”
¿Dos días? ¡Quedé anonadado! Estaba seguro de que por la intensidad del saludo que había presenciado habrían estado separados por al menos varias semanas, sino meses, y sé que mi expresión facial delató mis pensamientos. Así que, de manera casi casual y deseando terminar mi intromisión con alguna semblanza de gracia (y volver a buscar a mi amigo), le dije: “¡Espero que mi matrimonio se mantenga tan apasionado después de doce años!”
El hombre repentinamente dejó de sonreír. Me miró directo a los ojos, y con una intensidad que me quemó hasta el alma, me dijo algo que me dejó como una persona diferente. Él me dijo: “No lo anhele, amigo… decídalo”. Entonces mostró nuevamente su maravillosa sonrisa, estrechó mi mano y dijo: “¡Que Dios lo bendiga!” Con eso, él y su familia se voltearon y se alejaron juntos rápidamente.
Todavía observaba a aquel hombre especial y su excepcional familia alejarse de mi vista cuando mi amigo se me acercó y preguntó: “¿Qué es lo que estás mirando?” Sin dudar un instante y con un curioso sentido de certeza le contesté: “¡Mi futuro!”
Michael Hargrove, Copyright 1997
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Matrimonio es una empresa que se construye todos los días. Lo grande del matrimonio lo hacen las pequeñas cosas.
Y de la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.
Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada.